Los intentos de extinción de la Orden de San Lázaro.Capítulo 4.


La bula Cum Solerti de 5 de abril de 1489, firmada por el Papa de Roma Inocencio VIII, fiel defensor de la Orden de Malta y deseoso de que todas las órdenes se uniesen en una sola fuerte y poderosa, ordenó la extinción y supresión de San Lázaro y del Santo Sepulcro y la anexión de sus encomiendas y bienes a la Orden de San Juan de Jerusalén.
Pero la Orden de San Lázaro persistió en Francia, merced a que los Reyes Cristianísimos no quisieron aceptar la extinción de las encomiendas lazaristas en su país y su anexión a San Juan, y éstas quedaron supeditadas a la autoridad del Maestre General del Hospital de San Lázaro de Boigny.
En 1565, por la Bula Inter Assiduas el Papa Pío IV dispuso que con las encomiendas lazaristas italianas se crease una Orden de San Lázaro que puso bajo el magisterio de su sobrino Gioanotto Castiglione, Prior de Capua. Castiglione gobernó San Lázaro de Capua hasta que Gregorio XIII, el 13 de noviembre de 1572, por su bula Procomissa nobis entregó la Orden italiana al Duque de Saboya, fundándose así la Orden de San Mauricio y San Lázaro.
Esa unión surtió efecto en Capua, en Saboya y en los Estados Pontificios, pero no en España, porque Felipe II obtuvo del Papa una excepción de los bienes lazaristas en sus dominios; y tampoco se consigió en Francia, cuyo rey se opuso a las pretensiones del duque de Saboya. El 17 de mayo de 1569, el Gran Maestre Seure nombró un Vicario General en la persona de François Salviati. Salviati tuvo que parar las aspiraciones de Manuel Filiberto de Saboya, que en 1573 le dirigió una carta, informando que, por nombramiento papal, él era el Gran Maestre de toda la Orden.
Pese a que el Duque de Saboya consiguió de Carlos IX la concesión del Gran Magisterio de San Lázaro de Francia, Salviati no se inmutó y siguió gobernando la Orden con prudencia y astucia. A la muerte de Carlos IX, su sucesor, Enrique III, volvió a conceder las mismas prerrogativas que su hermano había concedido a Manuel Filiberto de Saboya. Pero Salviati convenció al rey de la independencia de San Lázaro y de sus derechos históricos y el rey Enrique III anuló el documento favorable al Duque de Saboya, y en 1578 confirmó a Salviati como Gran Maestre. Salviati murió en 1586.